Ya estamos
en el día uno, del mes primero, del nuevo año dos mil quince. Y para continuar
manteniendo una tradición que casi todos repetimos año tras año, hoy es “el
día de los buenos propósitos”.
Desde hoy comeremos
de forma más sana, haremos ejercicio de manera regular, no nos disgustaremos
por las cosas nimias, tendremos paciencia con los hijos, con los nietos, con
los amigos, y hasta con los vecinos. Y a la manera papal, y en plan de “tó
er mundo e güeno” terminaremos bendiciendo a nuestros congéneres “urbi
et orbi”.
Y si en un
exceso de bondad intentamos comprender a nuestros políticos y les dedicamos
aquella frase bíblica de “¡Señor, perdónales, porque no saben lo que se
hacen!”, quizá lleguemos a rozar el éxtasis de las nobles intenciones.
Conocedores
de la fugacidad de estas propuestas, propongo que intentemos alargarlas, aunque
sea con un esfuerzo extraordinario, al menos, durante... ¡una semana!
Puede que nos veamos recompensados por ello en la otra vida.
Y para ir congraciándome con este dos mil quince que me
parece prometedor, que sin saber el porqué me cae bien, así, de entrada, he
preparado estos buenos propósitos, unos serios y otros no tanto.
Un año nace cubierto de esperanza,
de nombre dos mil quince, venturoso
si la paz y alegría nos alcanza,
y si consigue un mundo más dichoso.
Desde el rincón virtual, quiere Amaduma,
desearos salud, ¡que es gran fortuna!
¡FELIZ AÑO A TODOS!
PROPÓSITOS PARA EL NUEVO AÑO.
Siempre que empieza el año, viene
Enero,
y haremos mil proyectos con esmero.
Más sin dudar, las noches de Febrero,
dormiremos en brazos de Morfeo.
Marzo tendrá su lucha contra el viento,
y habrá que persistir en el intento.
¡Será maravilloso el mes de abril,
si nos empapa a todos de aguas mil!
Mayo perfumará gentil las flores,
y habremos de aspirar sus mil olores.
En el centro del año, el mes de Junio,
querrá hacernos soñar en plenilunio.
Julio, por fin, intenso y caluroso,
invitará a la siesta y al reposo.
En Agosto nos bañarán las olas,
entre mares de espuma y caracolas.
En Septiembre dirá adiós el verano,
y tomará al otoño de la mano.
Octubre ha de venir, sin avisar,
y de igual modo, al fin, se ha de marchar.
Noviembre, sumergido en el otoño,
llegará entre difuntos y madroños.
Por último, Diciembre, tan festivo,
se vestirá de invierno y ¡bienvenido!
Y al nuevo año diremos sin tristeza,
tú acabas de morir, pero otro ¡empieza!
MAYTE TUDEA
01-01-2015
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