Todos conocemos el significado del adverbio «casi»: cerca de, con poca diferencia,
aproximadamente. Una palabra tan corta y aparentemente sencilla, pero larga de
intenciones.
Casi lo logramos.
Casi nadie me entiende. Casi soy feliz. Casi al final del camino. Casi siempre.
Casi nunca…
Da juego para infinidad de
combinaciones y ninguno estamos ajenos a su uso e influencia.
El «casi» es como estar cerca de tocar el cielo, pero
quedándonos suspendidos en una nube. Es
como llegar al dintel de una ansiada puerta sin traspasarla. Como tener la miel
rozando los labios y no poder paladearla. A medio camino de la nada y el todo. No
tiene sensación de rotundidad, sino de
algo incompleto. Bordea el precipicio de la felicidad sin conseguirla. Al filo
del abismo de los logros que se presienten cerca y lejos a la vez.
Quizá por todas estas connotaciones
frustrantes, nos incomoda su protagonismo
en nuestras vidas.
Con frecuencia no superamos
alguno de esos «casi» y creo que podemos darle la vuelta. Deberíamos pensar que
cuando aparecen no significa un fracaso irremediable, sino que todavía queda la
esperanza de convertirlo en un todo. Que en esa posición podemos, sin la
ceguera del resplandor de las atalayas, reflexionar en profundidad si deseamos de
verdad ese objetivo. Tenemos la ventaja de observarlo con la lucidez que nos dan los
prismáticos de la distancia, y de comprobar la calidad humana con quienes
podríamos compartirlo. Puede que entonces nos demos cuenta de que no merece la
pena superarlo y que hay otro abanico de posibilidades que sí podemos alcanzar.
En mi opinión, más por
experiencia que por un docto conocimiento del comportamiento humano del que soy
iletrada, creo que muchas veces aprendemos más de un «casi lo
consigo», que de un «lo conseguí.»
Esperanza Liñán
Gálvez
Esperanza, el adverbio “casi” tiene un valor incalculable en estos momentos que atravesamos de crisis. Vamos a tener que volver a la Edad Media y añadirle el “que” para darle más énfasis aunque sea menos culto: “Casi que” no llego a último de mes como no sea con la ayuda de…
ResponderEliminarTu “Casi” muy usado últimamente lo veo más utópico hoy día, pero puede ser que pronto veamos salir esos brotes verdes y podamos decir: ¡Ya lo logramos, Eureka! “Casi” soy feliz.
Me encanta tu saber porque a “casi" todo; le sacas punta.
Un fuerte abrazo.
Pasa deprisa la vida, como un viaje en una noria. Nosotros no pasamos nunca de ser aspirantes. ¿Sera que la felicidad consiste en estar buscándola siempre sin “casi” conseguirla? Gracias, Esperanza, me ha gustado mucho. Abrazos
ResponderEliminarNono
Gracias Maruja, estaba "casi" segura de que lo leerías. En esta vida cada uno tiene sus "casi" que a veces no tienen nada que ver con los generales.
ResponderEliminarMe gusta que te guste amiga. Un fuerte abrazo.
Esperanza.
Como con todo lo que escribes, amiga Esperanza, lo bordas.
ResponderEliminar¡Mira que es difícil escribir sobre el "casi"¡
¡Mira que es difícil intentar determinar un concepto "indedeterminado".
Un concepto preñado de ambigüidad. Que es un alivio cuando estás al borde del precipicio y es una fristración cuando ya estabas saboreando la miel del éxito.
Un concepto que vive, siempre, a la puerta de algo, pero ni dentro ni fuera, ni vestido ni desnudo, ni sí ni no, sino "casi".
Según iba leyéndolo me venía a la mente la película de Woody Allen "Match Point" y me imaginaba a la pelotita de los cojones paseándose y bailando en la cuerda floja, que "casi" cae allí y "casi"" aquí y con el corazón en un puño, deseando que...
¡Me ha gustado¡
Gracias Nono y Tomás por tomaros la molestia de leer mis ocurrencias, y esos comentarios llenos de sabiduría que le suben la moral a cualquiera.
ResponderEliminarA lo mejor conozco el "casi" porque somos viejos amigos, quizá por eso he intentado describirlo lo mejor posible. Me alegro si cumple el cometido de acercarse bastante a ese concepto indeterminado y que os haya gustado. Un fuerte abrazo para los dos.
Esperanza.