13 septiembre 2013

PEQUEÑA, AJETREADA Y TENAZ… (ATM)


No se me olvida el día en el que mi dentista me dijo que tenía la dentadura muy desgastada debido al estrés. Entonces me encontraba en plena forma, iba a todas partes deprisa y con demasiadas responsabilidades. Era de esperar.
Aquella situación la definió como “bruxismo”. Pronto entendí que tenía una relación directa con la contracción máxima de los músculos de la mandíbula y cuya lesión es muy común en personas estresadas; algunos pacientes acuden a consulta con cervicalgias, cefaleas, dolor de ojos, de oídos y mareos, sin que ellos se imaginen el origen.
Tan sobrecargada tenía esta Articulación Temporo- Mandibular (ATM) que decidí modificar mis hábitos y comportamientos. Estaba al límite y no entendía que incluir en la jornada un tiempo para el descanso sería la mejor forma de remediarlo, por tanto decidí instaurarme un tratamiento fisioterapéutico para disminuir la tensión en general.
Expresamente consiste en masajes internos y externos, (en manos de un especialista todo se cursa mejor) y realizar un programa de ejercicios que elimine tensiones y tonificar el cuerpo para conseguir mayor elasticidad.
Un ritmo de vida así no conduce a nada bueno, no le damos importancia al “corre-corre” pero está provocando fatiga, angustia e insomnio en el ser humano. En definitiva, estamos hablando del estrés ya sea físico, emocional o del medio ambiente y forma parte de nuestro cuerpo con los diversos males que padecemos.  El descanso es un buen remedio ante semejante circunstancia y necesario como el acto de respirar o alimentarnos. Muchas veces procuro dejar la mente en blanco y reconsidero mi situación, ciertamente me va bien, pues busco el equilibrio entre cuerpo y mente.
Constantemente estamos ajustándonos a “plazos”…”primero tengo que hacer esto”…”después lo otro”… “más tarde iré a tal sitio”, etc, etc. Siempre corriendo.
Nuestro organismo tiene unos límites y a veces sobrepasarlos trae sus consecuencias. Causa común, entre otras, es esta tensión y dolor en la mandíbula. A tal extremo que, incluso durmiendo, estamos apretando o rechinando los dientes. Tal vez sea una vía de escape para descargar tensiones.
Puede hablarse de muchas lesiones en el cuerpo por este exceso, pero una de ellas radica muy concretamente en esta zona y termina definiéndose como “tendinitis mandibular” y desgaste de la dentadura, que, al fin y a la postre, traerá trastornos en el futuro.
Como decía antes, el descanso, o una “siestecita” placentera nos vendrá muy bien. ¡Que rico resultan esos 40-45 minutos a pierna suelta! Seguro que nos alivia la presión arterial y mejora el ritmo cardíaco. Quizá en otros países Europeos esto no esté bien visto, pero esta costumbre, aquí en el Sur, nos viene de maravillas.
Actuar con optimismo nos hace fuertes a episodios de abatimiento, y mire por dónde, reír que es gratis, aumenta la secreción de endorfinas.  Estas hormonas se asocian a estados positivos y ayudan al aumento de la provisión de oxígeno y a la estimulación de la circulación en el cerebro.
A veces “no hacer nada” ya es un síntoma de recuperación. No estaría de más anotar en la Agenda del día “ahora toca un descanso”, eso será suficiente para volver a la actividad con mayor comodidad y no, no será una pérdida de tiempo, nuestro cuerpo lo agradecerá a lo largo de nuestra vida.
Hay razones para entender, en ocasiones, que un exceso de actividad está ocultando otro tipo de problemas, como la soledad y la tristeza. No nos engañemos.


Juan Fernández Pacheco – Septiembre 2.013
Si les llama la curiosidad y quieren ver las fotografías que publico, este es el enlace:



 

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