No se
me olvida el día en el que mi dentista me dijo que tenía la dentadura muy
desgastada debido al estrés. Entonces me encontraba en plena forma, iba a todas
partes deprisa y con demasiadas responsabilidades. Era de esperar.
Aquella
situación la definió como “bruxismo”.
Pronto entendí que tenía una relación directa con la contracción máxima de los
músculos de la mandíbula y cuya lesión es muy común en personas estresadas; algunos
pacientes acuden a consulta con cervicalgias, cefaleas, dolor de ojos, de oídos
y mareos, sin que ellos se imaginen el origen.
Tan sobrecargada
tenía esta Articulación Temporo- Mandibular (ATM) que decidí modificar mis
hábitos y comportamientos. Estaba al límite y no entendía que incluir en la jornada
un tiempo para el descanso sería la mejor forma de remediarlo, por tanto decidí
instaurarme un tratamiento fisioterapéutico para disminuir la tensión en
general.
Expresamente
consiste en masajes internos y externos, (en manos de un especialista todo se
cursa mejor) y realizar un programa de ejercicios que elimine tensiones y
tonificar el cuerpo para conseguir mayor elasticidad.
Un ritmo de vida así no conduce a nada bueno, no le damos
importancia al “corre-corre” pero está provocando fatiga, angustia e insomnio
en el ser humano. En definitiva, estamos hablando del estrés ya sea físico,
emocional o del medio ambiente y forma parte de nuestro cuerpo con los diversos
males que padecemos. El descanso es un
buen remedio ante semejante circunstancia y necesario como el acto de respirar
o alimentarnos. Muchas veces procuro dejar la mente en blanco y reconsidero mi
situación, ciertamente me va bien, pues busco el equilibrio entre cuerpo y
mente.
Constantemente estamos ajustándonos a “plazos”…”primero tengo
que hacer esto”…”después lo otro”… “más tarde iré a tal sitio”, etc, etc. Siempre
corriendo.
Nuestro organismo tiene unos límites y a veces sobrepasarlos
trae sus consecuencias. Causa común, entre otras, es esta tensión y dolor en la
mandíbula. A tal extremo que, incluso durmiendo, estamos apretando o rechinando
los dientes. Tal vez sea una vía de escape para descargar tensiones.
Puede hablarse de muchas lesiones en el cuerpo por este
exceso, pero una de ellas radica muy concretamente en esta zona y termina
definiéndose como “tendinitis mandibular”
y desgaste de la dentadura, que, al fin y a la postre, traerá trastornos en el
futuro.
Como decía antes, el descanso, o una “siestecita” placentera nos vendrá muy bien. ¡Que rico resultan esos
40-45 minutos a pierna suelta! Seguro que nos alivia la presión arterial y
mejora el ritmo cardíaco. Quizá en otros países Europeos esto no esté bien
visto, pero esta costumbre, aquí en el Sur, nos viene de maravillas.
Actuar con optimismo nos hace fuertes a episodios de abatimiento,
y mire por dónde, reír que es
gratis, aumenta la secreción de endorfinas. Estas hormonas se asocian a estados positivos
y ayudan al aumento de la provisión de oxígeno y a la estimulación de la
circulación en el cerebro.
A veces “no hacer nada”
ya es un síntoma de recuperación. No estaría de más anotar en la Agenda del día
“ahora
toca un descanso”, eso será suficiente para volver a la actividad con
mayor comodidad y no, no será una pérdida de tiempo, nuestro cuerpo lo
agradecerá a lo largo de nuestra vida.
Hay razones para entender, en ocasiones, que un exceso de
actividad está ocultando otro tipo de problemas, como la soledad y la tristeza.
No nos engañemos.
Juan Fernández Pacheco – Septiembre 2.013
Si les llama la
curiosidad y quieren ver las fotografías que publico, este es el enlace:
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