Hasta la absurda calma de agosto me
han vuelto a robar este verano. Todo aquello que fue sosiego es hoy un sueño de
cal viva, sostenido por una banda de tironeros institucionales que han envilecido
también la limosna del verano. Se encuentran en cualquier lado. Salen en todas
las noticias. Trabajosamente se defienden. En cualquier momento la noticia del
día son ellos (presuntos delincuentes o no). Quieren hacernos tragar que su
política de pufo y medio pelo es legítima, convencernos de que la mentira forma
parte de las reglas. ¿De qué reglas? Se apropian de la vida y sólo importan
ellos y su laberinto de albañales. Entre nuestros políticos luce tan de repente
la mierda que nos ciega. Y pronto llegara el otoño, con los cuchillos estremeciéndose
bajo la polvareda.
Solo en algunos poetas es posible
hallar esas noticias a las que no llega nunca la prensa. Un espacio iluminado
que encierra en su mansedumbre (o en su rotundidad) una discreta verdad sin
necesidad de propaganda. Todos tenemos algún bálsamo para intentar aparcar un
rato la acida miseria bronca de la actualidad, ese marasmo absurdo. Yo me alojo
en los poemas de Pedro Salinas no como ejercicio de huida, sino para amarrarme
mejor al presente. Tú, que no eres mi amor, / ¡si me llamaras!
Por eso a veces uno se acerca al
milagro de Salinas, aquel poeta de tierra adentro, chamán y telúrico, capaz de
adivinar que el hombre está en derrota, pero nunca en doma. Y que soñar es
sencillo, pero no el contemplar: ¡Cuánto rato te he mirado/sin mirarte a ti,
en la imagen/exacta e inaccesible/que te traiciona el espejo!
Ya casi nada importa más allá del
negocio y el peligro de la ternura. Con frecuencia la vida parece un sueño
apacible. No la torpe mezquindad de quienes tienen que cantar sus inocencias a
cada hora, sino la certeza de estos que aquí estamos: Ayer te besé en los labios. / Te
besé en los labios. Densos, / rojos. Fue un beso tan corto/que duró más que un
relámpago, / que un milagro, más.
Veo, a media mañana, mujeres que se
lanzan a la mar como a una paz sin alianzas, como a una batalla sin héroes.
Para ellas el amor se muestra
todavía como un sacramento viejo, la última sustancia de sus venas, el cuerpo
dolorido de tanto amar. Miran
hacia dentro y ven lo de fuera, lo pasado, lo posible: todo. Y estoy abrazado a ti/sin
preguntarte, de miedo/a que no sea verdad/que tú vives y me quieres. / Y estoy abrazado a ti/sin mirar y sin tocarte.
Desde la picaresca como ecología del
delito hasta el grosero trinque actual, algunos políticos de todas partes, odian
lo que no entienden: la decencia, el compromiso, las leyes. Aún nos queda la
poesía: Entre tu verdad más honda/y yo/me pones siempre tus besos.
Nono Villalta, setiembre 2013
Tus escritos son un asegurado placer de lectura.
ResponderEliminarBesos al por mayor.
Naty