01 noviembre 2012

EXCURSIÓN A MEDINA SIDONIA

El pasado sábado día 20, y desde el lugar de partida habitual, el Banco de Santander, salimos casi ciento treinta personas hacia Medina Sidonia, excursión organizada por “Viajes de Película” como obsequio del viaje a los Países Bajos realizado por Amaduma este verano.

Con objeto de que también pudieran disfrutar de este día de asueto todos los asociados que lo quisieran, se dispuso de otro autocar, con un menor número de plazas, y los tres salimos desde nuestro punto de partida hacia tierras gaditanas apenas pasadas las ocho de la mañana.

Nos dirigimos en primer lugar al mesón donde estaba previsto el desayuno; un desayuno típico de estas tierras, abundante y bien servido. Eran aproximadamente las nueve de la mañana cuando los autobuses enfilaron hacia nuestro destino.

Recorrimos la costa oeste malagueña cubierta de edificaciones (no se han librado del ladrillo ni siquiera las montañas) y cuando dejamos atrás Manilva, el panorama cambió. La provincia de Cádiz nos fue mostrando una costa mucho menos esquilmada por el cemento masificador.

Hacía un día espléndido a pesar de las amenazas de lluvia y llegamos sin novedad a Medina Sidonia sobre las once de la mañana, donde nos esperaban los guías para hacer el recorrido de la ciudad.

En la zona alta, con la iglesia de Santa María Mayor la Coronada destacando en la cima pudimos disfrutar de una magnífica panorámica. Fuimos descendiendo por calles blancas y muy empinadas hasta llegar al Museo etnográfico donde están reconstruidos los usos y la forma de vida de este pueblo a través de los años, y que resultó muy instructivo.

Desde allí nos dirigimos a la espléndida calzada romana que se conserva intacta a pesar de los siglos transcurridos y más tarde al conjunto arqueológico de las cloacas romanas y de las conducciones de agua bajo tierra cubiertas por los cristopórticos, que hacían recordar las catacumbas. Fue una visita muy interesante y nos hizo comprender, una vez más, la asombrosa civilización romana, de la que se conservan, todavía, tan magníficas huellas.

Caminamos por las encaladas y limpias calles con sus casas típicamente enrejadas en las que se podían entrever unos hermosos y floridos patios, y terminamos desembocando en la Plaza Mayor desde la que llegamos caminando hasta los autobuses para desplazarnos a comer.

Ya en Conil, un restaurante con varios patios llenos de flores nos ofreció una abundante y sabrosa comida, tras la cual fuimos descendiendo hasta la zona de playa no sin antes visitar la Torre de Guzmán (las vistas desde la terraza de la misma eran espectaculares) y también ver el pequeño museo etnográfico, situado en la misma plaza.

En el mismo Paseo Marítimo nos esperaban los autocares para el regreso. Quedé francamente sorprendida al observar, que entre éste y la playa, se había respetado una amplia franja de flora autóctona, y para atravesarla sin que se dañara se han construido unos estrechos y encantadores puentecitos que permiten el acceso al mar.

Admirada, comenté con la guía mi extrañeza, y me dijo que todo el pueblo había puesto el mayor empeño en mantener esa hermosa zona verde y hasta el día de hoy lo habían conseguido.

No quisiera hacer comparaciones, pero aunque el dicho popular mantenga que éstas son odiosas, conviene recordar las barbaridades que se han cometido en nuestra costa, construyendo al borde del mismo mar y así se puede comprender que haya sido el caldo de cultivo para tanta corrupción, de la que se está juzgando ahora una pequeña parte.

Sobre las cinco y media de la tarde iniciamos el regreso y tras una breve parada “técnica” llegamos a Málaga después de haber disfrutado de un día agradable.



Mayte Tudea

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