24 septiembre 2012

EL LIDER Y SU EGO O EL EXCESO DE AUTOESTIMA

Todo empezó una tarde cuando leí unas publicaciones sobre “Ser un Líder”; hacía muchos años que hice un curso sobre “Liderazgo” y comprendí que las técnicas y métodos de hoy en día habían cambiado mucho, esto me hizo recapacitar y promovió en mí la idea de desarrollar este tema, evidentemente sin ánimos de intromisión ni ofensa.
Hoy en día las personas se preparan cada vez más y mejor, muchos jóvenes obtienen grados académicos como bachilleratos, licenciaturas y doctorados, y aquello que hace años era una odisea, hoy se encuentra al alcance de muchos.
A este respecto, las personas que tengan la capacidad de verse en su interior comprenderán que observarse como líderes y diferenciar su ego, apreciaran qué es lo que hacen por los demás y cuanto por ellos mismos. Toda esta autoestima de personalidad crea, cuando menos, una característica de competencia personal, inherente al ser humano, -claro-, pero que es importante tenerla bajo control y no dejarla que  conduzca a acciones no deseadas, pues en la vida,  el éxito se reflejará mediante nuestra paz y felicidad y no por sus turbulencias. Basarnos en nuestra valía personal y en lo que la gente piensa de nosotros, nos convierte en seres dependientes de los demás.
La credibilidad, la seguridad en nosotros mismos, nuestras destrezas profesionales y personales, nuestros conocimientos, nuestros hábitos positivos, nuestras relaciones de amistad y amor con las personas y la familia se ven comprometidas a veces por  comportamientos neuróticos,  alcohólicos, consumo de drogas,  prejuicios, pensamientos negativos y obsesivos, que, aunque son parte de la Ley de la vida,  nosotros  tenemos la capacidad de impedir que ocurran.
A veces no es fácil reconocer que se ha cometido un error, pero cuando trabajamos para lograr que la gente nos mire y aprecie como lideres, podemos ser manipulados por nuestro ego pretendiendo destacar sobre los demás. Debemos dejar de buscar la felicidad en el exterior  y darnos un tiempo para pensar y disfrutar del tesoro de la paz y la felicidad que todos llevamos dentro.

El líder crea un escenario seguro y fundamental,  permite sentirse libre de hablar de temas sin temor al juicio o la crítica. Esto no significa que el líder tiene que estar de acuerdo con todo el mundo o viceversa, empero, si quiere sacar el máximo provecho de las personas y su entorno, es necesario que cree un ambiente de “buen rollo” donde se sientan valorados y aceptados,  por sus habilidades, conocimientos y aptitudes, los que lo rodean.
Hay que predicar con el ejemplo. Si desea reconocimiento,  debe dar  reconocimiento. Si desea  honestidad de los demás, debe ser honesto con ellos. Si quiere que le escuchen, debe saber escuchar. Y así la lista podría seguir, pero debemos ser concisos en ésta ocasión. “No se debe poner a diferente altura, ya lo pondrán los demás”. En definitiva, debe dar ejemplo para ganarse el respeto, porque:
·        Es humano y no una máquina, y se equivoca.
·        Debe ser buen oyente y humilde.
·        La gente humilde agradece los comentarios.
·        La humildad no es juzgada por la postura y el comportamiento sino por la mente.
El liderazgo es una experiencia de expansión personal y debe empezar por tener la capacidad de dirigirse a uno mismo.  Cosechamos lo que sembramos y  recibimos frutos o espinas por las decisiones que tomamos.  No podemos impedir que el futuro nos depare dificultades, pero si  cómo reaccionar ante ellas. 
Viktor Frankl, (+1997), neurólogo y psiquiatra, (http://es.wikipedia.org/wiki/Viktor_Frank)   descubrió que a un hombre le pueden quitar todas sus libertades, excepto una: la libertad de escoger la actitud que toma ante una determinada circunstancia.
Hay que saber perdonar y entender, pues son las oportunidades que da la vida para ser mejores personas. Los líderes están tan concentrados en alcanzar sus metas o superar obstáculos, que olvidan cohesionarse con las personas que los rodean. El rol de un líder no solo debe ser resolver problemas, sino enviar un mensaje de respeto y consideración por los demás, evitando la imagen de individualismo, frialdad y ego, el cual genera emociones como la ira, el odio, la envidia, la angustia y la codicia.
Nos equivocamos si pensamos que, al hacer nuestro trabajo, lo que queremos es quedar bien con los demás o que las personas nos vean bien y es precisamente ese ego el que muchas veces nos ciega y envuelve. En ocasiones nos sentimos abrumados por problemas sobre los cuales es preciso tener siempre una Actitud Positiva. La próxima vez que se enfrente con dificultades en la vida o en la empresa, no se diga a si mismo: ¡qué mala suerte tengo!, dígase: “probablemente tuve la suerte de decidir mi propio destino y no elegí el camino  adecuado”.
Un día se me ocurrió poner en practica algo que,  después,  me daría buenos resultados, así que  pensé que  todo me iba a salir bien, que a pesar de los problemas sería el día más feliz después de mucho tiempo, y que nada me haría enojar;  me dirigí a mi trabajo decidido, el solo hecho de tener esa actitud me hizo actuar mejor, lo cual se complementó cuando al regresar a casa los problemas se olvidaron y habían quedado en la otra orilla.
El estado de ánimo, la energía y el entusiasmo con que nos desenvolvamos  hará enfrentarnos mejor a las dificultades; entendamos que hay una razón y un sentido para todo lo que hacemos y, en la medida que le demos el significado que merece, nos sentiremos satisfechos y felices con nosotros mismos.
 
Juan Fernández Pacheco – Septiembre 2.012
 

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