07 octubre 2008

EL TRABAJO QUE CUESTA MORIRSE


La tía Julia murió a los 93 años de edad. Repleta de historia conoció la Monarquía, la República, la Dictadura y la Democracia. Escribo esto, porque quiero rescatar para la memoria de mi hijo el montón de horas que me dedicó cuando yo era niña, fue mi madrina.
De toda la familia ha sido la persona más callada, la más trabajadora y la más noble; en su forma de sobrellevar la vida y de ir sobreponiéndose, había en ella un sello aristocrático, una forma de encarar la vida y la muerte.
La perspectiva que me da el hueco de su ausencia irrestañable es lo que permite valorarla: tenía luz propia. No esa luz de pose que suele brillar en las buenas familias de postín; sino la luz interior que brota, irradiando como un sol, desde dentro hacia fuera y baña al que está a su lado aunque éste no se dé cuenta.
Un calor tibio pero persistente me ha ido creciendo en la memoria al ir recordándola por entre los jirones de la vida. Y es que la vida misma es jovial y dura. Ahora me llama la atención el hecho enorme de que nunca la escuchara quejarse.
Por todos los rincones de la casa, desde la cocina hasta la azotea, aún se movía con 90 años con una increíble fuerza cincelada al fuego de la sobriedad.
Cuidándolo todo y cuidando de todos. Y por la noche, muchas noches, siempre le quedaba un resto de generosidad literaria para contarme cuentos que se basaban en la vida real. Mi afición por las aventuras marineras se la debo a ella; igual que el entusiasmo por los bandidos de Sierra Morena.
Por encima de todo recuerdo lo que ella misma vio para contarlo: la Guerra Civil. Las imágenes del horror tuvieron que hacerme quedar boquiabierta en la cama antes de dormir. La masacre que los fascistas llevaron a cabo contra la población civil que huía de Málaga: la gente escapando como podía; andando niños, jóvenes y ancianos por la carretera de la costa; muchos llegaron cerca de Almería. Y entre el Canarias dando zambombazos desde el mar, la aviación alemana ametrallando y los tanques italianos por detrás, la gente cayendo como moscas. Parece que la escucho con su mismo tono de voz. Más de una noche, a su vera en la cama, la hacía repetir estas historias que siempre no sólo daban de sí los años y el buen tino. Aquello fue un horror; pero dicho con la sabiduría de la serenidad del que es capaz de sentir en sus carnes todos los horrores de la guerra.
Sí, sin ninguna duda, la tía Julia fue mi primera maestra en la enseñanza de las virtudes de la Historia Y, sin embargo, a pesar del rictus de tristeza que siempre había en su alma, o tal vez por eso, no lo sé, también, como una lámpara inagotable nos alumbraba en silencio con su bondad, eso era, bondad y tristeza. Pues su vida parecía tener una aureola mágica de hondo encanto. Aunque, y de ahí su nobleza, nunca se entretuvo en refregarnos su pesar.
Ella fue una autentica voluntad de regalar: regalos humildes como ella misma. Sin deudas. Porque sí, y nada más.
Mis años no me dan para recordarla llorando, tampoco riendo, francamente. Pero ahí estaba siempre dispuesta, libre para lo que hiciese falta; con un talante humano para la comprensión y con una capacidad creativa para el trabajo doméstico permanente.
Durante el último año de su vida me cogía la mano con sus blancas y huesudas manos, las venas a flor de piel, una piel increíblemente tersa; tranquilamente sentada en una butaca junto a la terraza, me miraba y con un don señorial me susurraba: “ hay que ver el trabajo que cuesta morirse”. Y de hecho se fue muriendo en silencio, sin querer molestar. Se nos fue despacito, muy poco a poco, como se va poniendo el sol a la caída de la tarde, llevándose un baúl repleto de historias de nuestra familia que, con toda seguridad, desaparecerán para siempre. Nunca podré olvidarla.

Maruja Quesada Martín
Octubre 2008

3 comentarios:

  1. Muy bonito Maruja, cada vez escribes mejor, te felicitode todo corazón. Un beso para ti. Tú tammbién eres un poco "Julia", y que sigas siéndolo. José Mª López Vizcaíno.

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  2. Muy bonito Maruja, cada vez escribes mejor, te felicito de todo corazón. Un beso para ti. Tú también eres un poco "Julia", y que sigas siéndolo José Mª López Vizcaino.cndnrjc

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  3. Muy expresiva tu exposición, Maruja.
    Hace no mucho había yo reflexionado, creo que en estas mismas páginas, sobre el "morir" de los animales y el "morirse" de las personas.
    Continúa deleitándonos con textos en esta lçinea de reflexión.
    Tomás Morales Cañedo

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