10 febrero 2025

JULIA Y JULIÁN

 



Me llamo Julia y soy la responsable de Recursos Humanos de un bufete de Abogados. Acabo de entrevistar al último candidato para el puesto de administrativo. Al verlo, mis sentidos volvieron a la tierna infancia aunque él no me ha reconocido. Esos ojos, esa sonrisa, su forma de quitarse el mechón de la frente no han cambiado. Su nombre y apellidos en el currículo han sido la confirmación. Fuimos casi inseparables hasta los siete años, a pesar de que siempre me hacía rabiar tirándome de las trenzas. Nacimos el mismo día pero de distinta madre y nos llamaban los gemelos.

Yo era la hija de una familia acomodada del barrio de Salamanca  y Julián el hijo de Carmela, una asistenta, madre soltera, trabajadora de la casa. Me duele llamarla y pensarla como una criada  porque su cara, su olor, la ternura de sus manos y sus pechos fueron los de una madre y mi primer paisaje del mundo. Nos amamantó a su hijo y a mí según un acuerdo económico con mis padres y el  costumbrismo de su clase. Y compartimos la lactancia hasta los dos años y medio, sin ser conscientes de que seríamos para siempre hermanos de leche. 

Pasados unos años, Carmela se casó con el padre de Julián y abandonaron nuestra casa. Su madre tiraba de mi lloroso gemelo mientras miraba la ventana desde donde yo le decía adiós y sufría el dolor de mi primera pérdida. Se iba para siempre el mejor amigo y compañero de juegos. Me quedé sin la mitad de aquella niñez llena de complicidad.  

Mientras repasaba su  excelente cualificación y mentalmente nuestro pasado en común, me he decidido. Siento nuestro vínculo más fuerte que el de la sangre. Le he comunicado el sueldo, las condiciones y que si estaba conforme se incorporaría al día siguiente. Ha asentido con la alegría contenida en sus gestos.

Después de levantarnos de las sillas me he acercado con la mano extendida para estrechársela. Julián, sin dudarlo un momento, me ha regalado un cálido y reconocible abrazo mientras me susurraba al oído: Gracias, hermana.

      

                                                    Esperanza Liñán Gálvez 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.

Buscar