18 septiembre 2023

OTRAS SIGNIFICATIVAS SEQUÍAS

 

Muchas e importantes zonas del territorio español están sufriendo el duro azote de una atroz sequia. De otoño a primavera no llovió lo suficiente para llenar los embalses y ahora, en pleno verano, las posibilidades de precipitación son muy reducidas, salvo por el noroeste peninsular. La principal y grave consecuencia de esta penosa e intensa falta de agua es la aridez que sufren y soportan los cultivos, dificultando su crecimiento y encareciendo notablemente los productos procedentes del campo. En numerosos municipios, los alcaldes decretan drásticas medidas para ahorrar el consumo de agua. De hecho, algunas administraciones públicas ya reservan fondos económicos para la construcción de necesarias desaladoras del agua de mar. Paradójicamente, cuando llegue la inminente estación otoñal, los terribles y cíclicos episodios de ”gota fría” en la zona mediterránea provocarán torrenciales aguaceros, con las consiguientes y destructivas inundaciones por el desbordamientos de algunos ríos. Las alteraciones producidas por el cambio climático, para peor, ya no están por venir. El cambio climático está entre nosotros, a consecuencia de la impericia y desatención de los humanos con respecto al medio ambiente y al escasamente sensato tipo de vida en el que nos hemos acomodado.

El muy grave problema de los ciclos de sequía “trae de cabeza” no sólo a los dirigentes políticos y administradores públicos, sino al conjunto de toda la sociedad. La atmósfera nos está respondiendo con esta árida crudeza, que va a condicionar nuestra vida en los próximos años. No olvidemos de que el agua forma parte fundamental e inalienable de nuestra propia existencia.



Muy preocupante la sequía HÍDRICA, sí. Pero paralelamente a la misma, hay otras “sequías”, dentro del cuerpo social, de no menor gravedad. Repasemos algunas de estas carencias (son muchas y variadas) que entorpecen y alteran la mejor convivencia entre los ciudadanos. 

Sequía de FALTA DE CONCORDIA, para resolver los problemas sociales. No sólo entre las agrupaciones y partidos políticos, sino también entre la propia ciudadanía. Nos referimos a esa inteligente e inexcusable negociación y cesión, tan necesaria en las partes discrepantes, para lograr inteligentes acuerdos que resuelvan los básicos y urgentes problemas colectivos.

Paralelamente a la anterior, destacamos otra sequía de falta de TOLERANCIA, lo que deriva en un cuerpo social plagado de radicalismos y posturas maximalistas, irreductibles y excluyentes, contra las opiniones, repuestas y comportamientos ajenos. Es como decir que todo el que no piense y actúe como yo, lo considero como “rival” o incluso “enemigo”. 

Sequía de VERDAD, lo que provoca, cada vez más, la difusión del imperio de la manipulación, la tergiversación y el engaño. Acomodarse en la falsedad y en las medias verdades provoca esa asfixia de la convivencia, en donde al final triunfa una inquietante crisis de inquietante incredulidad. Nos hemos habituado a no decir la verdad, tal vez por prudencia, por miedo, por interés, por maldad o por pueril egoísmo. Periódicos, televisión, radio y los dirigentes sociales, todos ellos deberían hacer un profundo examen de conciencia, acerca de cómo se va perdiendo el áureo valor de la verdad.

Sequía de LIMPIEZA. Es una realidad manifiesta, repetida mil y una vez: son los ciudadanos, o una parte de ellos, quienes ensucian la ciudad o la localidad que todos compartimos. Parece que unos pocos pueden más que el resto de la colectividad. Los servicios públicos de limpieza pueden ser más o menos eficaces. Pero mientras la educación cívica no se desarrolle en el ámbito familiar, escolar y social, nuestro entorno próximo carecerá de la necesaria e imprescindible limpieza, dejando mucho que desear la descuidada materialidad sobre la que convivimos.  

Sequía de IGUALDAD, especialmente en las agrestes épocas de crisis económicas, que afectan a países, regiones, barrios y personas. En estas difíciles épocas carenciales, los ricos son más ricos y los pobres aún más pobres. Esas imágenes de pateras y modestas barcazas, luchando en las aguas de los mares para acercarse a las sociedades “desarrolladas”, nos debería hacer reflexionar y actuar a favor de esos grupos y países más necesitados, material, sanitaria y educativamente.

Y hemos dejado para el final, esa lacerante sequía de PAZ. Continúa tozudamente entre nosotros, como un pobre y vergonzante elemento constitutivo de la naturaleza humana, el diabólico recurso a la guerra, como absurdo medio para resolver los conflictos entre las naciones. Cruentas guerras que provocan muertes, destrucción, inmenso dolor y desesperación, principalmente entre los más débiles de la sociedad. Los ingresos impudorosos de las industrias armamentistas siguen creciendo. A pesar de encontrarnos en el 2023 y hemos tenido muchos siglos para el aprendizaje y la reflexión, el sistema de la violencia bélica continúa absurdamente persistiendo, como conocemos desde principio de los tiempos. Seguimos, siguen sin aprender y aplicar el inexcusable valor de la paz.

Como conclusión hay que manifestar que las “sequías” no son buenas. Todo lo contrario, ya que reflejan carencias que lastran la convivencia entre los humanos y su positiva relación con la naturaleza. Provocan, en definitiva la degradación de las personas, en sus múltiples facetas. La sequía hídrica es muy grave, no cabe la menor duda, pero las otras ”sequías”, aquí brevemente comentadas, no son menos importantes y cuya significación debe ser objeto permanente de reflexión y acción para la rectificación y  el impostergable cambio “purificador”. –

 

José L. Casado Toro

Septiembre 2023








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