06 febrero 2008

CUESTIÓN DE FILOLOGÍA

No es que yo pretenda servir de eco al afán comunicativo de los políticos en periodo preelectoral, porque, de poder elegir, preferiría todo lo contrario, pues presiento que para la buena salud mental de nuestra sociedad en estos momentos, quizás fuese mejor que se callaran; todos. Pero el ambiente académico que respiramos en el Aula de mayores incita a rememorar nuestros años mozos y a sentirnos estudiantes, y rebeldes, de nuevo, y en esa inercia parece comprensible pretender razonar sobre los valores filológicos que se muestran en nuestra sociedad, ante el espectáculo de la campaña a la que estamos asistiendo.

 

Hace ya tiempo que yo advertí que los seres humanos inventaron el lenguaje, más interesados por poder ocultar lo que pensaban que para poder expresarlo, pero no me negareis que, ya, hemos llegado a conseguir una tosquedad, superficialidad, falta de sensibilidad y una tan débil autoexigencia en esa pretensión, que llega a desagradar. Antes tenía uno que hacer algún esfuerzo para descubrir tal pretensión, pues los había verdaderamente ingeniosos, y a veces, hasta te agradaba de que te tomasen el pelo, por presenciar el ingenio y los recursos desplegados para ello, pero hoy, descubrirlo, ya, parece que no representa ningún esfuerzo. ¡Ha perdido toda la gracia!.

 

Pero parece que esta forma de actuar no es nada nuevo, sino que ya se veía venir desde hace algún tiempo. Leed lo que escribió Antonio Machado en el año 1.935:

 

"Es cierto –dice mi maestro- que se avecinan guerras terribles, revoluciones cruentísimas, entre cuyas causas más ondas pudiéramos señalar, acaso, la discordancia entre la acción y sus postulados ideales, y una gran pugna entre la elementalidad y la cultura que anegue el mundo en una ingente ola de cinismo. Estamos abocados a una catástrofe moral de proporciones gigantescas, en la cual sólo queden en pie las virtudes cínicas. Los políticos tendrán que aferrarse a ellas y gobernar con ellas. Nuestra misión es adelantarnos por la inteligencia a devolver su dignidad de hombre al animal humano. He aquí el aspecto y profundidad didáctica de nuestra escuela popular de saber superior." (*)

 

Evidentemente, como parece indicar nuestro insigne y llorado poeta, el tono que ha alcanzado este comportamiento no puede ser culpa, tan sólo, de los políticos, pues todo lo que existe es, fundamentalmente, porque es sostenido por la sociedad; aunque, también, hay que pensar que, cualesquiera que sean las circunstancias de mi entorno, yo debo ser totalmente responsable de mis acciones. ¿O no?

 

Y ahora me pregunto yo: ¿cómo es que no se dan cuenta de que, ni siquiera, a quienes actúan más o menos correctamente, tenemos, ya, ganas de escucharlos?

 

Un alumno de tercero.

 

 

(*) Juan de Mairena. Antonio Machado. Edición de José María Valverde. Editorial Castalia. Año 1971. Página 200.

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